miércoles, 21 de diciembre de 2011

Veintiséis (Elena)

La semana había pasado volando y, de nuevo, era sábado. No había visto en estos días a Manuel. Como cualquier sábado, yo estaba trabajando en el pub, para no variar.
El martes había visto a Gonzalo por la tarde. Yo salía de una tienda con mi madre y él, entraba en la misma, con la suya. Me saludó y me dirigió una sonrisa. Yo le contesté de la misma forma.
Suspiré y seguí reponiendo el estante donde estaban colocados los batidos. Al terminar, me puse a ayudar a Jaime con los clientes. No habían pasado ni dos minutos de esto, cuando, de repente, lo vi entrar. Me vio enseguida.
-¡Elena!
-¡Manu!.
Se acercó a la barra. Salí de ella y nos saludamos con dos besos en la mejilla. Aquello provocó que me sonrojara un poco. Volví a entrar por detrás de la barra. Sentía que el corazón se me salía del pecho.
-¿Qué queréis tomar?- le pregunté.
Él sonreía. Yo miré a sus amigos y Gonzalo se acercó a nosotros.
-¡Ey, Elena!. No acapares a Manu para ti sola. Además, tú estas trabajando- bromeó.
Todos reímos y luego, Manuel habló:
-Sólo me estaba preguntando qué queríamos tomar.
-Ya, bueno, pues yo quiero un refresco de cola.
-Que sean cuatro más- dijo Manuel.
-De acuerdo, marchando cinco refrescos de cola- dije y fui por los refrescos y los vasos.
Regresé a los pocos segundos y les serví. Gonzalo se llevó dos y, luego, regresó a por los otros dos, pero antes de irse por segunda vez, dijo:
-Aquí te lo dejo, acaparadora de amigos.
Me tuve que reír. Gonzalo parecía un chico bastante bromista.
-¿Tú no te vas con tus amigos?- le pregunté a Manuel.
En ese momento, apenas había clientes, así que podía hablar un ratito con él.
-Ahora voy.
-Vale- dije y se me escapó una sonrisa tonta.
-Quería decirte algo.
-Dime-
-¿Te queda mucho para salir?
-Un par de horas, ¿por?
-Porque, quiero decirte algo y no me gustaría hacerlo aquí.
-Vale.
Sonrió y dijo:
-Te espero a las ocho en la puerta, ¿te viene bien?
Asentí.
Presentí que algo bueno iba a suceder.

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