miércoles, 10 de agosto de 2011

Quince (Elena)

No había manera que Cristina me dijese la verdad sobre lo que había hablado con Manuel. Seguía con lo mismo, que sólo le había preguntado por lo sucedido el viernes pasado.
Era miercoles y, como era lógico, me encontraba en mi trabajo. Trabajaba en un pub como camarera y me iba bastante bien, no me quejaba.
Cristina y María habían venido a tomar café al pub. Incluso allí intenté sacarle algo, pero nada:
-No lo intentes más- dijo María.- Es imposible que suelte algo.
-Ya lo sé, pero debía intentarlo- dije mientras ponía hielo en un vaso.
Nuestra amiga estaba en el baño, así que no podía escuchar la conversación entre María y yo. Llegó a los pocos minutos y dijo:
-Me da igual que no te creas lo que te estoy diciendo, pero eso es lo que me dijo.
-Vale, si yo te creo, Cristina, pero es que... no sé, a mí me da la sensación de que te dijo algo más.
-Yo no te voy a decir nada. Si lo quieres saber, habla con él y que te lo diga.
-No pienso decirle nada- dije mientras llenaba un par de vasos de agua.
Me separé de ellas un rato para seguir atendiendo a los clientes. Al poco tiempo, mis dos amigas se fueron, pero antes me dijeron que, a la hora de mi salida, vendrían a por mí.

Faltaba poco menos de una hora para mi salida, cuando llegaron algunos amigos de Manuel. Sólo sabía el nombre de uno de ellos que, casualmente, estaba allí, Gonzalo.
Se acercaron a la barra él y otro chico para pedir. Gonzalo me reconoció de inmediato. Parecía muy simpático. Su otro amigo se marchó, pero él se quedó.
-Hola, soy Gonzalo, el amigo de Manuel. No sé si me reconoceras de verme con él.
-Si, sé quien eres. Yo me llamo Elena- dije con una pequeña sonrisa.
Me fijé en sus ojos. Cristina tenía razón, tenía unos bonitos ojos claros, más de lo que yo pensaba.
-¿Ha hablado Manu ya contigo?
-No, pero ¿quiere hablar conmigo?- dije yo metiendo unos vasos en el lavavajillas.
-Lleva tres o cuatro días quieriendolo hacer.
-No lo sabía, y ¿se puede saber sobre qué es?
-Si, claro.
Me quedé mirandolo.
Lo que me dijo, hizo que se me callera lo que tenía en las manos:
-Manu está colado por ti.

viernes, 5 de agosto de 2011

Catorce (Manu)

Me dirigí hacía mis amigos aúnsin creerme lo que acababa de oir de labios de Cristina. Pero, ¿y si era mentira?. No, no creo que fuera así. Parecía sincera.
-¿Te pasa algo?- oí preguntar a Carlos.
-¿Qué?
-¿Qué si te pasa algo?. Pareces ido.
-No, no me pasa nada. Simplemente estaba pensando.
Vi como, sin articular palabra, se formaba la palabra "Elena" en la boca de Luis.
-Te he visto. No creas que no he visto lo que has dicho.
-Hay que ver como te pones, Manu.- dijo Carlos.
-Estamos bromeando- dijo Luis.
-Dejad que Manuel piense lo que quiera. Y si quiere pensar en esa chica, que lo haga. Yo no veo mal que haga eso. Pensar es algo libre.
-Vale, vale- dijo Luis levantandose del banco-¡Ey, Manu!. Tu chica está allí.
Giré la cabeza y, efectivamente, Elena estaba allí junto a Cristina y otras amigas. Parecían intentar que Cristina hablase, pero la chica no decía nada. Elena levantó la mirada y se cruzó con la mía. Me parecío que esbozó una sonrisa, pero, inmediatamente, volvió a bajar la mirada. Yo, volví la cabeza y Carlos siguió con sus bromas:
-Ya sabemos que, para tu cumpleaños, te tenemos que regalar un babero.
-Vete por ahí- contesté.
Mis amigos empezaron a reírse. Yo también lo hice. La verdad, es que Carlos hizo un buen comentario.

Me marché para casa poco tiempo después de aquello. Llegué a casa y mi madre ya tenía la cena en la mesa. Me senté con mis padres y cenamos. No tardé mucho en irme a dormir. Al día siguiente tenía que coger un tren para ir a la capital y a la universidad.
Una vez en la cama, no podía dejar de pensar en lo sucedido esta tarde, en lo que me dijo Cristina:
-A Elena le gustas.
Esas fueron sus palabras.
Ahora entiendo su mirada triste cuando se cruzaban nuestras miradas o cuando le dije que le gustaba a un amigo mío. Su reacción fue lógica.
Pero me faltaba valor para enfrentarme a ella y decirle la veradad. Aunque debía de hacerlo si no quería perderla.
Debo de reconocer que esto no me lo esperaba, pero me alegraba saber que Elena siente lo mismo que yo siento por ella.