jueves, 28 de abril de 2011

Cuatro.(Manu)

Había quedado con Luis y Carlos a las cinco y cuarto en la puerta de la biblioteca para estudiar. Me despedí de mis padres y salí de casa rumbo a la biblioteca. No tardé mucho en llegar, pues vivía cerca de ésta. Me encontré con mis amigos en la puerta, los saludé y subimos a la biblioteca.

Iba algo distraido, pues estaba pensando en ella. Hoy era jueves y, si tenía suerte, podría verla. Entramos en la biblioteca y la vi. Me di cuenta que, en cuanto nos vio, se giró hacía la estantería. Después, me senté en una mesa junto a Luis y Carlos, saqué mi ordenador portatil y lo encendí. Luego saqué los libros.

Levanté un segundo la cabeza y que ella se sentaba en una de las mesas que había en la entrada. Cogí una libreta y escribí una nota en una de sus hojas. Debía de decirle que me gustaba. Ya era hora. Aunque debía de admitir que sentía miedo por ser rechazado. ¿Y si yo no le gustaba?. Bueno, me voy a arriesgar y que sea lo que Dios quiera. Me levanté de la mesa y me dirigí hacía ella. La encontré leyendo un libro. Le toqué el hombro y se volvió. Me miró algo sorprendida. Le entregué la nota, le dije que hasta luego y volví a mi mesa. Cuando lo hice, Luis me preguntó:

-¿A dónde has ido?

-Tenía que hacer una cosa.

-Te hemos visto hablar con esa chica.

-Pues si, no creo que sea nada malo, ¿no?

-Claro que no.

-Pero si tanto te gusta, no sé por qué no se lo dices- dijo Carlos.
-¿Y si me dice que yo no le gusto?
-Es un riesgo que tienes que correr, Manu.
Suspiré.
Mis amigos llevaban razón, además, ya todo estaba hechado a cara o cruz.
Volví a levantar la mirada y vi que la chica se levantaba. Bajé la mirada y cuando volví a levantarla, ya no estaba. Miré la hora, aún faltaban veinte minutos para la hora que le había dicho. Sentí un cosquilleo por mi estomago. Debían ser los nervios, algo raro en mí, pues apenas me ponía nervioso.
Me levanté de mi silla, les dije a mis amigos que subía en un momento y salí de la biblioteca.

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