miércoles, 27 de abril de 2011

Tres (Elena)

Me iba repitiendo para mí misma que estuviese tranquila, que no era nada. Sólo fueron diez pasos, pero a mí me parecieron eternos.
Cuando llegué a su lado, me saludó:
-Hola.
-Hola- dije tímidamente.
-Esto... Te preguntaras por qué te he citado aquí, ¿no?- preguntó y yo asentí.
Me miró un segundo antes de contestar:
-Verás, es que... bueno, llevo un tiempo queriendote decir que le gustas a un amigo mío. Él no ha querido decirte nada por vergüenza.
Sentí que el alma se me cayó al suelo. Tenía las esperanzas que yo le gustase a él, pero no fue así. Me dejé caer en un banco y Manuel se sentó también a mi lado.
-¿Te pasa alg?
-No, no. Sólo que no me esperaba esto- dije y me di cuenta que n había tartamudeado al hablar.
El chico no habló, simplemente me miraba. Yo quería que la tierra se abriese y me tragara. Respiré hondo, de nuevo, y olí su olor.
Olía tan bien... y era tan guapo.
Tenía unos bonitos ojos marrones, era más alto que yo, su pelo era del color del chocolate con leche... Siempre había soñado en salir con él, pero esas esperanzas se desvanecieron en aquel preciso instante. Sus amigos no eran feos, pero yo lo prefería a él. Si ya se lo decía a mi amiga Cristina: hay gente que nace con estrella y otras, estrelladas. De este último grupo era yo. Nunca tenía suerte con nada y eso era verdad.
Volví a respirar hondo y le dije:
-La verdad es que a mí me gusta un chico, pero no es ninguno de tus amigos. Espero que esto no le moleste a ese amigo tuyo, pero es la verdad.
-No te preocupes. Si esto él sabía que podía llegar a suceder. Ya le dije que te lo dijese él, pero no ha querido...
Sonreí, pues no sabía que decirle.
-Bueno, tengo que marcharme- dije.
-Yo también.
-Pues adiós.
-Adiós- dijo.
Me levanté y me fui, dejandolo allí sentado.

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