lunes, 13 de junio de 2011

Ocho (Elena)

Como cada viernes, mi amiga Cristina y yo, salimos a dar una vuelta. Fuimos a cenar y luego, fuimos a comprar algunas gominolas en nuestro kiosko habitual. Me apetecía comer algo dulce después de cenar.
Cuando nosotras entrabamos, me tropecé con Manuel y algunos amigos de él. El corazón me dio un vuelco. Sonrió al verme y me saludó:
-¡Hola!
-Hola- le dije yo. Tenía que estar temblando, porque sentí la mano de Cristina sobre mi hombro.
Intenté sonreirle, pero no creo que me saliese una sonrisa en condiciones. Manuel se marchó y Cristina compró las chucherías por mí, dado que yo no atinaba a pedir nada. Al salir de allí, nos sentamos en la plaza para comernoslas. Yo no me di cuenta de nada hasta que mi amiga me dijo:
-Hoy debe de ser tu día de suerte. Mira quien está sentado en aquel banco.
Miré hacía donde decía mi amiga y vi que allí estaba Manuel. El corazón me volvió a dar un vuelco. Respiré hondo mientras mi amiga me volvía hablar:
-Elena, me pregunto a cual amigo de tu querido Manu le gustas.
-Eso mismo digo yo.
-Hombre, si te digo mi verdad, si yo fuera tú, me quedaría con aquel amigo suyo que acaba de llegar. El de los ojos claros y que es mas harto que él.
Miré disimuladamente y vi que había llegado su amigo Gonzalo, de quien sabia que era como un hermano para el chico que me gustaba. La verdad, es que no era para nada feo. Tenía unos bonitos ojos azulados, media alrededor del metro noventa, estaba bastante bien y tenía el pelo marrón muy oscuro. Pero yo sólo tenía ojos para un único chico.
Manu.
Pensaba en él casi todo el día, no podía dejar de mirarlo cada vez que lo veía...
Definitivamente, me estaba volviendo loca.

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