martes, 13 de septiembre de 2011

Diecisiete (Elena)

Mientras recogía los trozos de cristal, a Gonzalo le empezó a sonar el móvil. La música no estaba muy alta, por eso escuché cuando sonó.
No llegué a escuchar lo que hablaba, pero intuía que estaba haciéndolo con Manuel. La conversación duró poco, el tiempo que un cliente me pidiera una cerveza y se la sirviera.
Cuando Gonzalo terminó de hablar, me hizo un gesto para que me acercara a él:
-Parece que Manu a presentido que se te ha caído un vaso- me quedé mirándolo con gesto de duda y el chico añadió: - Me ha preguntado si te había pasado algo.
Me encogí de hombros, no sabía que responderle. Saqué del lavavajillas unos vasos y empecé a secarlos. No podía quitarme de la cabeza lo que Gonzalo acababa de decirme varios minutos antes: Que Manuel estaba colado por mí, que yo le gustaba.
En mi cara, apareció una sonrisa.
-¿Y esa sonrisa?- preguntó el chico.
-¿Qué?... Nada, estoy pensando en lo que me dijo una amiga.
-¡Ah!.
-Oye, ¿es verdad eso que estás diciendo?, ¿Lo que Manuel está interesado en mí?
-Claro. Yo no he parado en decirle que te lo dijese, pero nada. No sé ha decidido a hacerlo y cuando lo hace, va y te dice que le gustas a uno de nosotros.
Me reí un poco. Mis mejillas se sonrojaron y recordé lo mal que me sentí en el momento cuando me dijo que yo le gustaba a un amigo suyo.
-La verdad que no sé por qué te mintió, con lo poco que él hace eso, por no decirte que no miente nunca.
No sabía que decirle. Me entraron, de repente, unas ganas locas de decirle que a mí también me volvía loca su amigo. Y es que era así, me pasaba gran parte del día pensando en él.
-Te has quedado muda.
-No me esperaba que me dijeses esto.
-Supongo que a ti no te gusta, ¿no?- preguntó.
Me dio la sensación que aquella pregunta tenía doble sentido.
Me quedé callada durante unos segundos. Una cliente se acercó a la barra y me pidió un refresco de naranja. Se lo serví y volví junto a Gonzalo.
-Te has quedado blanca, ¿te pasa algo?
-No, claro que no me pasa nada.
-¿Entonces?- preguntó arqueando las cejas.
-Pues que a mí también me gusta tu amigo- confesé.

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